Quizás el título debería ser… LLAMAR A LAS COSAS POR SU NOMBRE.
Últimamente estoy escuchando muchas cosas sobre el Reiki que me han dejado con los ojos “como platos”. Es curioso la cantidad de cosas que la gente es capaz de contar para vender, para “enganchar” o simplemente por desconocimiento.
Aunque es común realizar terapias de Reiki junto a otro tipo de técnicas, es imprescindible explicarle al receptor lo que se le va a hacer. Se le está diciendo a la gente que se le está haciendo Reiki cuando lo que le están haciendo es otra cosa; probablemente algo de Reiki pero mezclado con otro tipo de técnicas o terapias con la idea de “vender” o de “enganchar” o a saber por qué, pero sin explicar al cliente/receptor lo que se le va a hacer, lo que lleva a su confusión y también a otras cosas como el miedo.
¿Quizás la palabra Reiki vende más que otro tipo de técnicas sí esotéricas? No sé la respuesta, pero lo que veo es que la gente que quiere acercarse a esta técnica que para mí es muy especial, se asusta porque le han contado o le han dicho cosas que no son verdad y sinceramente, el Reiki es todo lo contrario a “dar miedo” a la gente.
Es importante aclarar ciertos conceptos relacionados con Reiki y distinguir muy bien qué NO ES REIKI y ya que estamos, dar unas nociones básicas de lo que SÍ ES REIKI.
NO ES REIKI
Reiki no cura.
Reiki no hace ver auras, ni sus colores, ni ángeles, ni nada parecido.
Reiki no limpia de males de ojo, ni hace poner vasos de sal en ningún sitio, ni hace ningún ritual para quitar las energías “negativas” de los receptores.
Reiki no es esotérico.
Reiki no te dice lo que tienes que hacer o dejar de hacer.
Reiki no diagnostica ni enfermedades físicas ni psíquicas ni tampoco energías “buenas” o “malas” que “puedas tener”.
Reiki no es una varita mágica que con una o dos sesiones se solucionan todos tus problemas. Reiki necesita constancia, paciencia y tiempo.
Reiki no es ningún dogma de fe ni hace falta creer en nada.
Reiki no está en contra sino que es compatible con cualquier religión y creencia.
El Reikisita no pone nada de su cosecha, por lo que no se pueden “pegar” enfermedades de ningún tipo ni pasar “malas energías” entre el Reikista y el practicante. Si esto pasa, NO ES Reiki, es otra cosa.
Reiki no coloca piedras, ni formas geométricas, ni nada parecido en el receptor o cerca de él (eso son otras técnicas compatibles con Reiki, pero NO SON REIKI).
Reiki no es estar meditando durante 15 minutos tú solo cuando has ido a una persona para que te haga un sesión de Reiki. Es decir, si voy a recibir una sesión de Reiki, el Reikista no me deja solo para meditar 15 minutos sin más indicaciones!! Eso es meditación, NO es Reiki.
Reiki no es brujería, ni ocultismo, ni nada que se le parezca.
Reiki no hace que vayas de negro a un curso o terapia, o de blanco, o sin haber comido,… Reiki es natural, se puede hacer en cualquier sitio, con cualquier ropa, en cualquier posición y es asequible a todo el mundo.
Reiki no es una secta y no necesita ningún don especial. Lo puede practicar todo el mundo.
Reiki no usa cartas de ningún tipo. (Eso será tarot, oráculos o lo que sea, pero no es Reiki)
REIKI SÍ ES
Reiki está reconocido por la Organización Mundial de la Salud. En algunos países se puede acceder al Reiki a través de la Seguridad Social. En muchos hospitales de España se está utilizando de manera voluntaria y cada vez más personal sanitario está formándose para trabajar con Reiki, sobre todo en la unidad del dolor (los pacientes de cáncer se benefician especialmente de sus efectos calmantes, relajantes y vigorizantes del sistema inmunológico)
Reiki es una técnica japonesa de armonización energética.
Reiki es la Energía Universal, el Amor Incondicional.
Reiki es un método de canalización de energía de gran profundidad, singularidad y belleza.
El Reiki activa el sistema de autocuración, pero es la persona la que decide qué hacer con la energía.
El practicante de Reiki lo único que hace es ser un canal y transmitir esa energía universal a través de las manos al receptor. El Reikista no pone nada de su cosecha.
Todo el mundo puede hacer Reiki, ya que es una técnica que se aprende.
Reiki armoniza y equilibra tu sistema energético, físico, emocional.
Reiki ayuda a estar más relajado, a disminuir el estrés y la ansiedad. Reiki ayuda a la concentración y al rendimiento.
Reiki, cuando entra en tu vida y empiezas a practicarlo como Reikista, es una filosofía de vida, no es sólo dar sesiones y ya está. Es mucho más que eso, mucho más que poner las manos sobre uno mismo o sobre otra persona. Es una forma de estar en armonía, de seguir unos principios de sentido común (VER PRINCIPIOS DE REIKI), de ser más amoroso, más tolerante,… para mí, SER MÁS FELIZ.
Algunos efectos “colaterales” o “secundarios” del Reiki ya que armoniza y equilibra a la persona son:
Cuando una persona está relajada, armonizada, equilibrada, todo lo demás funciona mejor. Como se dice ahora, todo “fluye” mejor.
También por efecto colateral, el Reiki ayuda a “tomarse las cosas de otra manera”. Ayuda a aprender a dar importancia a las cosas que son importantes, a gestionar las emociones, a ver las cosas desde otro punto de vista, etc.
Reiki es un gran aliado de aquellos que están buscando respuestas profundas y que quieren encaminarse hacia la armonía y la paz interior. Reiki se puede utilizar como método de crecimiento interior.
Por lo tanto, y con constancia y voluntad, Reiki ayuda al crecimiento personal de cada uno.
Insisto que considero muy adecuado combinar Reiki con otras técnicas o terapias, yo también lo hago, pero lo que es imprescindible es explicar claramente al cliente/receptor/paciente lo que le vamos a hacer y en qué consiste cada una de las técnicas. Hay que…
La salida está dentro. Y el camino es la meditación.
Actualmente cada vez se escuchan más las palabras “meditación” y “mindfulness” pero… la mayoría de las personas no saben muy bien qué es cada una de ellas ni lo que las diferencia.
Vivimos en un momento histórico de alto estrés y ansiedad siendo éste el “gran mal” de nuestra era pero existen técnicas fáciles y sin efectos secundarios negativos que nos pueden ayudar a disminuir esos estados, como es la meditación.
La meditación es una técnica sencilla y muy antigua, una manera fácil de conectarnos con nuestro interior y que nos ayuda a estar más en armonía con nosotros mismos. Desde nuestro interior podemos entrar en contacto con estados de paz, tranquilidad y equilibrio, haciendo que estemos más preparados para afrontar nuestra vida diaria.
El Mindfulness es otra palabra que ahora mismo está muy de moda. Pero… ¿qué es exactamente?
La traducción directa del inglés es “Atención Plena” pero no queda muy claro a qué se refiere. Dos definiciones de Mindfulness que me parecen muy acertadas por su simplicidad son:
“Mindfulness significa prestar atención de una manera especial: intencionadamente, en el momento presente y sin juzgar” Jon Kabat-Zinn
El Mindfulness va un poco más allá de la meditación. Incluye tres partes: la práctica formal (meditación), la práctica informal (llevar a tu día a día la atención plena) y la autoindagación (autoconocimiento).
Tanto la meditación como el mindfulness son áreas súper interesantes para indagar, investigar y estudiar, pero lo más importante de estas técnicas es que hay que practicarlas. Si no practicamos de manera regular y constante, no alcanzaremos sus beneficios.
“Mindfulness es saber lo que estás experimentando mientras lo estás experimentado” Guy Armstrong.
Algunos de los beneficios de la meditación y por lo tanto del mindfulness:
Reduce de manera rápida el estrés y la ansiedad
En dos meses, una práctica de 20 minutos al día, 5 días a la semana, produce cambios físicos en nuestro cerebro: disminuye la amígdala y aumenta el hipocampo, áreas directamente relacionadas con el estrés y la ansiedad. Estudios de Jon Kabat-Zinn y Sarah Lazar, por ejemplo.
Aumenta la productividad y la creatividad
Favorece el autoconocimiento
Ayuda a estar más en paz con uno mismo y por lo tanto con los demás
Mejora la salud física y el equilibrio emocional
Incrementa la concentración y el desapego
Aumenta el nivel de bienestar y permite dormir mejor
La meditación puede hacerse de muchas maneras. Existe lo que llamamos la meditación guiada que suele ser muy adecuada para empezar para nosotros, los occidentales, ya que una persona va guiando los pasos de la meditación facilitando el proceso. Muchas personas no consideran la meditación guiada como “meditación pura” pero es un comienzo muy recomendable. Al ser guiada facilita la concentración de nuestra mente en lo que está contando el guía y por lo tanto es más difícil que nuestra mente se disperse. Meditaciones guiadas se pueden encontrar muchas en internet, pero siempre es recomendable hacerlas de manera presencial y en grupo ya que potencia su energía y la concentración.
La meditación en silencio es la meditación propiamente dicha. Simplemente es parar, quedarse en silencio y observar.
Es importante destacar qué NO es meditación, ya que hay muchos mitos sobre ella:
Meditar NO es dejar la mente en blanco. Si no, todo lo contrario. Es ser consciente de los pensamientos que aparecen, de lo que está haciendo la mente en cada momento.
Meditar NO es una técnica de relajación, aunque se apoya en la relajación y la calma.
Meditar NO es sólo para monjes o monjas de cualquier religión. No hay que tener ningún don especial, simplemente es recordar aquello que eres, es volver a tu naturaleza original que el ajetreo de la vida y los patrones aprendidos te hicieron olvidar.
Meditar NO es entrar en trance ya que no se trata de abandonar el presente, sino todo lo contrario, hacerte uno con la experiencia del momento.
Meditar NO es pensamiento positivo, de hecho, ni siquiera es “pensamiento”, sino que los pensamientos se convierten en objeto de tu atención.
Meditar NO es renunciar a tus emociones o rehuir del dolor, sino de ser conscientes de ellas, aunque sean difíciles aumentando la capacidad de gestionarlas.
Meditar NO es practicar una nueva religión, ya que no se pelea con ninguna creencia y en muchas confesiones es considerada beneficiosa para el desarrollo espiritual y psicológico.
No hay meditación buena ni mala. Hay meditación o no la hay. Hay práctica o no la hay. Lo importante es sentarse y meditar. Ser constante en la práctica. No desesperes si un día te ves muy lleno de pensamientos y dejándote llevar por ellos: es normal. Hay días mejores y días peores. Días que estamos más centrados y días que estamos más alterados. Permítete estar tal y como estás en el momento presente, sin juzgar ni enfadarte, simplemente obsérvalo y sigue con tu práctica. Eso es lo importante.
MANOS A LA OBRA. Para empezar a practicar meditación encuentra un sitio donde puedas estar unos minutos en silencio y nadie te moleste. Puede ser tu dormitorio, el salón, un parque, la playa o cualquier otro sitio. Siéntate en una silla con las piernas descruzadas y los pies apoyados en el suelo. La espalda recta, pero sin tensión. Imagina un cordón que sale de tu coronilla y te alarga las cervicales hacia el cielo, haciendo que tu mentón descienda un poco. Las manos están apoyadas sobre las piernas con las palmas hacia arriba. Brazos y hombros relajados.
Desde esta posición, te invito a que cierres los ojos o si lo prefieres, los puedes dejar semi abiertos con la mirada puesta en el suelo a una distancia aproximada de metro y medio delante de ti.
Ahora, toma un par de respiraciones profundas, inhalando lentamente por la nariz y exhalando despacio por la boca. Deja que tu pecho y tu abdomen se expandan lo que necesiten.
Después de estas respiraciones, respira normal, a tu ritmo y nota, siente las sensaciones que llegan del conjunto de tu cuerpo. Sin juzgarlas. Sin evaluarlas. Solo sintiendo las sensaciones táctiles del cuerpo en su conjunto. Toma conciencia de tu cuerpo apoyado en la silla. De los pies apoyados en el suelo. Y vas a ir permitiendo que cualquier tensión que se haya acumulado en el cuerpo, poco a poco, se vaya desvaneciendo. Para que tu cuerpo sea un cuerpo sereno y relajado.
Empieza a hacer un recorrido desde la cabeza hacia los pies relajando y sintiendo cada parte.
La frente profundamente relajada sin ninguna tensión innecesaria. Los párpados suavemente cerrados. Las mejillas flojas y relajadas. Los labios y la mandíbula sueltos y relajados. Y si algún pensamiento te distrae, con tranquilidad, con amabilidad y con firmeza, vuelve a traer la atención alas sensaciones de tu cuerpo.
Ve sintiendo como el cuello se afloja desde la nuca hasta el comienzo de la espalda. Hombros sueltos, cayendo como cae un abrigo en su percha. Los brazos sin tensión. El abdomen blando. Los muslos, las rodillas, las piernas y los pies, flojos y relajados.
Es un estar aquí y ahora en contacto íntimo con las sensaciones de tu cuerpo. Cualquier sensación es igual de válida, incluso la ausencia de sensación también lo es.
Ahora, lleva tu atención a las sensaciones de la respiración, sintiendo el movimiento del cuerpo durante la inspiración y el movimiento del cuerpo durante la espiración. ¿Dónde notas más en tu cuerpo la respiración? ¿En el pecho, en las fosas nasales, en el abdomen…? Pon tu atención en la parte de tu cuerpo donde te sea más fácil notar tu respiración.
Con cada exhalación tu cuerpo se va aflojando más y más. Sin perder la postura. Las tensiones que has podido ir acumulando a lo largo de los días se van desvaneciendo poco a poco.
Quédate así unos minutos. Disfrutando de todas esas sensaciones, de volver a tu centro.
Toma ahora dos o tres respiraciones profundas. Y cuando hayas acabado, despacio, abre tus ojos y empieza a mover tu cuerpo poco a poco.
¿Qué tal estás? ¿Cómo te sientes después de este pequeño ejercicio? Te invito a que apuntes tus sensaciones en un pequeño cuaderno y vayas añadiendo tus experiencias con cada meditación que realices.
Resumen de privacidad
Utilizamos cookies propias y de terceros para analizar nuestros servicios y mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación (por ejemplo, páginas visitadas). La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
Cookies estrictamente necesarias
Utilizadas para finalidades muy diversas, como, por ejemplo, reconocerte como usuario, elegir el idioma, o personalizar la forma en que se muestra el contenido.
Sin esta las funciones básicas de navegación se verán perjudicadas, por eso deben estar siempre activas.
Si desactivas esta cookie no podremos guardar tus preferencias. Esto significa que cada vez que visites esta web tendrás que activar o desactivar las cookies de nuevo.
Cookies de terceros
Esta web utiliza Facebook y ActiveCampaign para recopilar información anónima tal como el número de visitantes del sitio, o las páginas más populares.
Dejar esta cookie activa nos permite mejorar nuestra web.
¡Por favor, activa primero las cookies estrictamente necesarias para que podamos guardar tus preferencias!